Conducir es una actividad multitarea en la que interviene un gran número de procesos cognitivos, motores y psicológicos. Dos tareas son primarias en la conducción: controlar la trayectoria del vehículo y monitorear los obstáculos. Alrededor de este par primario gira otro puñado de ocupaciones secundarias, como la observación de los señalamientos viales o el desciframiento de los estímulos sonoros.
Conforme adquieras más experiencia tras el volante podrás adoptar una serie de principios que te permitirán coordinar mejor los recursos que te proporciona la información del camino. En este artículo hablaremos de cinco principios, originalmente propuestos por la Dirección General de Tráfico española, y de cómo se relacionan con la seguridad, la fluidez en la circulación y la comodidad de manejo
Diversos estudios (empezando por el que R. R. Mourant y T. H. Rockwell llevaron a cabo en 1972) han demostrado que la confianza derivada de la experiencia permite desarrollar estrategias cada vez más eficaces de adaptación a los acontecimientos viales. La forma en que registramos información adquiere poco a poco un orden de relevancia que permite un manejo seguro.
Se sabe, por ejemplo, que los conductores principiantes examinan una zona vasta del campo visual, y que lo hacen casi exclusivamente a través de la visión foveal (en otras palabras, la mirada central). Por el contrario, los más experimentados delegan la exploración de las pistas laterales de la vía a la visión periférica, ya que su atención ocular es más eficaz para percibir la información crucial del camino y discriminar los estímulos intrascendentes.
No obstante, los mismos estudios nos han ayudado a comprender que la confianza es un arma de doble filo, puesto que en exceso puede influir nocivamente en nuestra capacidad para evaluar riesgos. Por ejemplo, estudios como el de David M. Dejoy, profesor de la Universidad de Georgia y experto en salud y seguridad laboral, han encontrado que, en general, los varones desestiman más que las mujeres la peligrosidad de algunas maniobras y comportamientos de conducción, y en cambio sobrevaloran sus propias habilidades y tienen una confianza desmesurada en sus capacidades para responder de manera oportuna ante el peligro.
El principio de la confianza implica que un conductor que respeta las reglas de tránsito y tiene bien afinadas sus capacidades, considera que el resto de los automovilistas tiene las mismas cualidades que él. Sin embargo, es importante no perder de vista el principio de seguridad.
Éste nos insta a estar siempre preparados para sortear eventualidades que escapan a nuestro control. Por ejemplo, el manejo deficiente de otro conductor, la irrupción repentina de un animal o el surgimiento espontáneo de un obstáculo natural, es decir “manejar a la defensiva”.
Este principio nos recuerda que, como el objetivo de todo reglamento de seguridad es preservar la integridad de los usuarios, sus estatutos deben seguirse al pie de la letra siempre y cuando hacerlo no nos ponga en un peligro mayor.
Ese es el espíritu que rige, por ejemplo, el décimo artículo del Reglamento de Tránsito de la Ciudad de México, donde se estipula que todos los conductores deben detener completamente su vehículo cuando el semáforo esté en rojo, pero pueden obviar esta norma entre las 11 de la noche y las 5 de la mañana del día siguiente con el fin de evitar la inseguridad de las calles. En ese horario, está permitido continuar con el avance, aún con la señal de alto, si antes nos hemos cerciorado de que nadie cruzará la intersección al mismo tiempo.
Este principio no se refiere a las señales de tránsito habituales, sino a las circunstanciales, que previenen de anormalidades en la vía como obstáculos o cortes de circulación. Evidentemente, se relaciona con los principios de seguridad y confianza, ya que, si no existe ninguna advertencia de esta naturaleza, un conductor supone que puede continuar con su trayectoria normal.
Es necesario que prestes atención a las señales circunstanciales y estés alerta para poder reaccionar a tiempo. El principio de la señalización también nos recuerda sobre la importancia de desarrollar patrones oculares más eficaces que nos proporcionen información conveniente sobre la ruta, sin que por ello desviemos la atención de la trayectoria.
El primer compromiso que todos debemos asumir cuando ocupamos el espacio público es el de no volvernos un peligro potencial para nadie. Por lo tanto, debemos observar en todo momento la normativa vigente, interiorizar todos los principios enumerados en este artículo y asumir las consecuencias de nuestros actos.
Debemos ser conscientes del peso de nuestras acciones y cumplir nuestro papel como conductores seguros que no atentan contra la integridad de los demás.
Fuentes:
https://www.um.es/docencia/agustinr/pca/textos/cogniconduc.pdf
https://www.redalyc.org/pdf/167/16720111.pdf
https://revista.dgt.es/es/entrevistas/preguntas-a/2014/1028jose-ignacio-lijarcio.shtml
http://creandoconciencia.org.ar
https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/411782/INECC_Triptico_Manejo_a_la_Defensiva.pdf
http://sedeturqroo.gob.mx/ARCHIVOS/capacitacion/distintivo-t/